Hace unos días un conocido me pregunto que que me parecía que le hubieran dado un premio Príncipe de Asturias a una fotógrafa. Titubee un poco antes de contestarle. Quería hacerlo simplificando lo que pensaba por no aburrirlo demasiado con mis diatribas. Se me ocurrió que quizás, y como en otras ocasiones, un ejemplo literario ayudaría a que mi interlocutor entendiera lo que quería expresarle. El conocimiento sobre lo fotográfico, en entornos fuera de su propio ambiente, no suele ir más allá del reconocimiento estético o documental de las imágenes que proliferan en los medios de comunicación de masas. En cambio la literatura suele tener muchos más  seguidores con un nivel de información y preparación suficiente como para ejercer el sentido crítico sobre aquello que leen y sobre aquellos que escriben.

Reconocí, antes de seguir con mi reflexión, que era una alegría que la fotografía obtuviera un premio de este tipo a través de esta autora. Todo lo que da prestigio y reconocimiento a nuestro medio ayuda a despertar el interés por   él, y en este caso, a  tenerlo en cuenta como parte importante de nuestra capacidad de creación y comunicación.
Pero, y aquí venía el meollo de la cuestión, le dije que que le parecería que le hubieran dado el Nobel de Literatura a Ken Follet en vez de a García Márquez. También le comenté que si conocía los nombres de los últimos Nobel de literatura, datos que tampoco conocía yo, Mo Yan en 2012 y tomas Transtroner en 2011. Autores a los cuales no habíamos leído nunca. Supongo que es fácil entender donde quería llegar.

Creo que hay que separar la excelencia del éxito, o por lo menos de la consideración más económica o chabacana de la palabra éxito.
Dios me libre, si en algún sitio está, durmiendo una siesta eterna por lo que vemos, de descalificar el trabajo y el esfuerzo de Annie Leibovitz y, por supuesto, reconozco mi envidia absoluta a su éxito. Pero a muchos de los que vivimos alrededor de este medio se nos vienen a la cabeza otros nombres llenos de eso a lo que he llamado excelencia y Annie no está en ese grupo.

A Annie le han concedido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por considerar que su labor creadora o de investigación representa una aportación relevante a la cultura universal en esos campos.
Si los aportes a la cultura se miden en relación a la cantidad de personas que conocen tu obra podemos decir que tanto ella como Ken Follet se merecen el premio. Pero si ese aporte se mide en relación a otros parámetros más relacionada con la labor creadora y de investigación me pongo a pensar inmediatamente en que Robert Frank aun vive, aunque a niveles de popularidad general puede que lo conozca menos gente que al propio Mo Yan.

Todo esto nos hace preguntarnos quienes son aquellos que deciden sobre quien recaen los premios y que conocimientos tienen del medio al que premian. También podemos preguntarnos que es lo que realmente se premia o que influye en los premios más allá del trabajo del premiado.
Quizás el hecho de que la fallecida Susang Sontag fuera su pareja y también galardonada con un  Príncipe de Asturias haya influido un poco.

Aunque yo me pregunto si Susang la habría elegido.

Pero quedémonos con el principio y estemos contentos de que la fotografía se merezca un Príncipe de Asturias.

Y para terminar os dejo aquí el acta del jurado para vuestro deleite.

Martín Rueda

http://www.rtve.es/contenidos/documentos/Acta_Comunicaci%C3%B3n_2013.pdf